El pasado 2 de diciembre tuvo lugar en la ciudad de La Plata el XVII Coloquio Anual de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata: La demanda de formación en psicoanális-Lo que no se enseña-
Las mesas fueron tituladas Instituto y Escuela: la localización argentina; Análisis, control y enseñanzas...del síntoma y Caminos en el bosque analítico, con la participación, entre otros, de Marcelo Ale, Cecilia Fasano, Fátima Alemán y Gabriela Rodriguez.
Luego se realizó la presentación de las revistas Conceptual N12 y Fri(x)iones N1. Esta última es editada en la ciudad de Posadas y la primera es la publicación anual de la Asociación de Psicoanálisis La Plata. En esta presentación participaron Christian Gómez, de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones; Verónica Ortiz, del Instituto Oscar Masotta, Delegación San Fernando; Ricardo Fava, de la Universidad Nacional de Lanús; Daniela Gaviot, del Instituto Oscar Masotta,Bahía Blanca, con la coordinación de Germán Schwindt.
Finalmente, la intervención de Enrique Acuña: Lacan, los analistas y los asnos.
Una vez concluido en la biblioteca, el encuentro se mudó unas pocas cuadras hasta la sede de la APLP, donde los anfitriones platenses continuaron brindando su hospitalidad a los viajeros de las ciudades de Posadas, Bahía Blanca y- más próxima- San Fernando.
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ACERCA DEL EDITORIAL DE CONCEPTUAL 12
Comentario realizado por Verónica Ortiz el 2 de diciembre en La Plata
Jacques Lacan, un detalle es el título que Enrique Acuña le da a su editorial del número 12 de la revista CONCEPTUAL, de la cual es director junto a Germán Schwindt en la Dirección Adjunta e Inés García Urcola, Leticia García y Cecilia Fasano en el Comité Editorial, asesorados por Germán García.
El texto es escrito-en sus palabras- durante la primavera de 2011, en el marco del recuerdo del final de un verano, el verano de 1981 en el que Jacques Lacan murió, hace ya 30 años. Es así que se trata de situar a nuestros precursores y a los precursores de nuestros precursores y no de cualquier modo sino a partir de una (x) que sería transmisible. Al respecto Enrique Acuña sostiene que “lo que queda por traducir de Lacan son las formas actuales en que se puede encarnar en alguien como la clínica de “el deseo del analista””. Y para que quede claro que no se refiere a algo misterioso, místico o esotérico, agrega enseguida que esto no es sin un modo de organización ad hoc según nuestros mercados comunes en crisis.
Ya que de precursores se trata, comienza acercándonos una cita de uno de los suyos: Jorge Luis Borges, cita que da el tono del artículo: “En el vocabulario crítico la palabra precursor es indispensable, pero habrá que tratar de purificarla de toda connotación de polémica o de rivalidad. El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro. En esta correlación nada importa de la identidad o de la pluralidad de los nombres.”
Podríamos leer esta cita junto a otra, de Macedonio Fernández, propuesta por Germán García como epígrafe al capítulo El mito de la originalidad en su libro Para otra cosa: “Las ideas que voy a exponer son absolutamente mías, nadie las encontró en otro autor antes que yo.”
El editorial comienza con una mención del libro Vida de Lacan de Jacques-Alain Miller, autor situado (porque fue Lacan mismo quien lo quiso así) en el último lugar en la línea de precursores y sucesores Freud-Lacan-Miller. Esa línea no nos excluye. Se trata de ver en qué lugar se ubica cada uno. La propuesta de Enrique Acuña es- a contrapelo de la posición de Elizabeth Roudinesco- de la cual escribe “La historiadora recurre a una historiografía basada en la obra cerrada más que en la enseñanza abierta, inconclusa. Se trata de los motivos personales, baúl de anécdotas entre lo público y lo privado; olvidando la dimensión del “secreto para sí mismo”, “rasgo de genio” que habita el psicoanálisis.”; la propuesta, decía entonces –a contrapelo de esta última- es la evocación de lo múltiple, de alguien que teje la red de sus precursores y sus sucesores según la temporalidad del futuro anterior, tiempo verbal que anuda de un modo peculiar el pasado con el futuro.
En este punto se nos invita al encuentro con cinco Lacan:
Lacan kafkiano, como aquel que crea sus precursores, de una diversidad notable en sus recorridos.
Lacan épico, en un doble retorno, al sentido de Freud y al sentido de la historia. En ambos casos, un retorno hecho por lo que objeta.
Lacan paródico, en su operación de retorno a las fuentes para hacerles decir algo que conviene a sus desarrollos. (Aquí se incluye una cita acerca de la parodia como acompañamiento -de un precursor- extraída de la Obertura a los Escritos y una indicación del lugar de la parodia en la fundación por Oscar Masotta junto a otros de la Escuela Freudiana de Buenos Aires).
Lacan ético: aquel que no cede en su deseo de existir, solitario en su continuidad. Es en este punto- el de la ética- el lugar en el texto donde queda situada la herencia que Lacan dejó a sus sucesores, esa (x) que consiste en un enunciado sin enunciación fija a ser interpretado por quienes lo sigan, en un movimiento precursor-sucesor. Me parece que el Coloquio de esta tarde se ocupó de esta (x), del deseo del analista, de la transmisión de lo que no se enseña, en un intento serio de circunscribir algo de esa experiencia. Para orientarnos al respecto, el autor del editorial incluye una cita de Germán García. “El deseo de Lacan era su singularidad, mientras que el deseo del analista que propuso se dirige al despertar de cada uno”.
Y el “quinto Lacan”, Lacan significante. Se menciona bajo esta rúbrica un subtítulo- “La discreción”-que se puede leer en un artículo publicado en Ñ el 29 de octubre pasado titulado “No saben cuánto se ha delirado sobre mí”. Se trata de un artículo de García en el que este último nos recuerda que el delirio no es sino la exclusión entre lo real-rechazado según Freud- y el lenguaje, en relación a lo que dijo Lacan poco antes de morir “Ustedes no saben cuánto de ha delirado sobre mí”. Por eso, J-A Miller “rodea la enseñanza de Lacan mediante precisiones que no deben nada a ese imaginario construido en torno a su figura.” En Vida de Lacan, Miller cuenta que se prefiriera su pensamiento, que se olvidara su persona era lo que Lacan mismo deseaba; también al explicar que su intento de universalización de la enseñanza de Lacan por la vía privilegiada del matema implicaba que “No decir ni una palabra sobre su persona era la condición para apropiarme de su pensamiento, apropiar mi pensamiento al suyo, operación donde lo tuyo y lo mío se confunden y se anulan”. Pero en el editorial Enrique Acuña toma el término desde un sesgo algo distinto: no sólo la discreción en torno a la vida de Lacan, en torno a la persona de Lacan sino lo discreto como rasgo del significante que no es sin otro significante en la acción de la estructura del lenguaje haciendo alusión a la dimensión semántica, interminable, que atañe al sentido que se escapa y a la dimensión pragmática que, esa sí, se verifica.
De la mano de una cita tomada del libro La constelación del sur-traductores y traducciones en la literatura argentina del siglo XX, de Patricia Wilson, el director de CONCEPTUAL sostiene que “la estética de la recepción de un texto depende del contexto histórico-político que determina las lecturas”. En la Obertura a sus escritos Lacan escribe “Pero si el hombre se redujera nada más que al lugar de retorno de nuestro discurso, ¿no nos regresaría la pregunta de para qué dirigírselo entonces?” Me parece que se contesta en el último párrafo de la Obertura: “Del itinerario del que estos escritos son jalones y del estilo determinado por aquellos a los que se dirigieron, quisiéramos llevar al lector a una consecuencia en la que sea preciso poner de su parte.” Finalizo entonces este breve comentario con una pregunta que a su vez introduce Enrique Acuña que apunta al corazón mismo del guión que une a dos, precursor-sucesor: “¿Qué sucesor de Lacan supone el lector del siglo nuevo?”
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